Queridos Feligreses,
Estamos ahora en el corazón del hermoso ensayo escrito en 1885, llamado “Nuestra memoria más dulce y nuestra esperanza más brillante.” Está editada y re-impresa (y traducida al español) en esta columna. La siguiente parte, es la tercera de cinco.
III. ¡Oh, nuestra Primera Comunión cuando Jesucristro entró por primera vez en nuestras almas y nos dio su primer beso de paz! ¡Los Santos Ángeles se alegraron por nuestra felicidad y los fieles cristianos nos rodearon con su santa alegría! Antes de nuestra Primera Comunión, toda la felicidad es eclipsada, desapareciendo en el resplandor de su Gloria. Nos damos cuenta que nuestra Primera Comunión es como una perla lanzada en el océano de nuestra vida. Es en verdad Nuestra Memoria más dulce.
Hemos mirado al pasado que nos permite ahora mirar al futuro. Lo que mi corazón Cristiano espera son las gracias de Dios, y por mi parte, gran fidelidad a sus gracias. ¡Cuántas palabras santas me quedan por oír! Quizás pronto escucharé del Altar la palabra que me impacte más intensamente.
Pero sobre todo, seré más fiel. He rezado mucho en el pasado; voy a rezar más y mejor en el futuro. Me he esforzado por hacer el bien, y lo seguiré haciendo, pero de una forma más perfecta. Esta es mi esperanza devota, que forma el encanto de mis horas futuras, y embellece el horizonte de los últimos días de mi vida.
Desde hoy en adelante, voy a amar acercarme al Altar. ¡Me entregaré por completo al deleite de la Eucaristía!
Su Párroco,
Padre David